Conversando con dios: la neuroteología

A veces me preguntan, por qué neurocienciaS, por qué en plural? Porque no es una rama de ciencia, es un abanico de disciplinas que estudian el sistema nervioso desde diferentes perspectivas. Los equipos de investigación actuales permiten acercarse a lo más esencial, básico, fundamental del SNC y entender nuestra relación con todo tipo de fenómenos del mundo exterior. E interior. Justo del mundo interior hablaremos hoy.

A lo largo de nuestra existencia como especie, hemos adorado a muchos dioses, siempre simultáneamente. Algunos de estos dioses dejaron de existir, otros se modificaron y se renovaron en las religiones que surgieron luego de enterrar las antiguas.  Se estima la existencia cultural de más de 4 mil diferentes cultos y más de 30 mil dioses. No vamos a discutir sobre si hay un solo dios que se manifiesta de diferentes maneras, o que el ser humano ha creado los cultos erróneos en su búsqueda desesperada del dios verdadero, o eran los cultos de las fuerzas oscuras. El ser humano siempre quería encontrar a dios, y cuando los alcances científicos ya eran bastante impresionantes, las religiones empezaron a hacer pases con los conocimientos científicos para confirmar la existencia de dios e intentar saber algo más de él. O ella. O ell@s.

Así surgió esta interesante rama de las neurociencias:  la neuroteología, que busca encontrar la relación entre la teología tradicional y el cerebro. Esta rama, como se manifiesta, no pretende explicar la religión, sino, encontrar una nueva perspectiva a las incógnitas de siempre. Para aquellos que consideran la teología una ciencia, la neuroteología es una derivación disciplinaria adicional para seguir buscando las respuestas siempre cuando aceptemos que dios puede ser estudiado indirectamente a través de su creación. La neuroteología ha sido creada en el entorno del judaísmo, así que todos sus conceptos religiosos y espirituales — se consideran dos dimensiones diferentes — son provenientes del judaísmo.

La mayoría de nosotros , creyentes o  no actualmente, tuvimos las experiencias religiosas o espirituales al rezar, levantar las plegarias y súplicas, al pedir la ayuda, al agradecer a dios y sabemos cómo la presencia de dios, la existencialidad espiritual y la paz llena todo nuestro ser.  Andrew Newberg , el neurocientífico que estudia las funciones cerebrales en diferentes estados, en especial, durante las experiencias religiosas y espirituales, ha utilizado la tomografía computarizada para poder observar los estados cerebrales de las personas durante la oración, y compararlos con los estados regulares en reposo.

imagen 1

La imagen  1 es como una vista de la cabeza cortada por la mitad desde arriba. La parte superior es la proyección de la corteza frontal, sobre la cual hablamos aquí y  aquí. Y la parte indicada con  las flechas es la corteza parietal (sobre sus particularidades pueden ver en este texto ). El estado cerebral se refleja en colores: el rojo indica la actividad más intensa que el anaranjado o amarillo. Qué podemos decir sobre el estado del cerebro de la persona que ora? La actividad de la corteza frontal está disminuida significativamente, pero la corteza parietal es aún menos activa. Cómo lo podemos traducir? En la corteza frontal se concentra nuestra percepción de sí mismo, mientras que los lóbulos parietales se encargan de la orientación espacio-temporal. De esta manera, como explica Newberg, durante la oración, la sensación del autocontrol se debilita y uno se desorienta lo cual resulta en la sensación de la ausencia del espacio y tiempo. Uno se sumerge en paz, tranquilidad, armonía y el éxtasis espiritual. Este estado no depende de la religión, lo que es importante es la concentración en los textos sagrados que uno repite. Aparentemente, es una práctica natural para un humano y el cerebro la considera muy buena, porque, recuerden, si algo le gusta al cerebro, nos premia con las emociones positivas, y definitivamente, se siente muy bien rezar, pero siempre cuando creemos en aquel o aquella a quien dirigimos nuestras oraciones.

Es tan universal que aun con simplemente concentrarnos en la repetición de los textos sin sentido o textos no relacionados con la temática religiosa, podemos lograr la misma respuesta cerebral. La meditación que en su esencia es la concentración consciente en un objeto, sonido, o la imagen, también tiene el mismo resultado, mejor aún si esta práctica es significativa para nosotros. Por su puesto, para un creyente entrar en este estado es más fácil, pero a lo largo, como en cualquier actividad, lo que marca la diferencia es la práctica constante y sistemática. El cerebro es cambiante y responde a todo que hacemos: los hipocampos de los taxistas de Londres crecieron gracias a la específica de su oficio, el cerebro de un devoto religioso cambia acomodándose a la realidad en la cual está sumergido.  

Mark Robert Waldman  dice que cualquier idea grande, sea real o no, cambia nuestro cerebro si nos concentremos en ella. La idea de dios es super grande, así que si se entrega a ella, el cerebro será transformado. Pero, dice él, con una pequeña condición: la idea tiene que crear una respuesta positiva en nuestra psiquis.

Bueno, Waldman quien se dedicó a la meditación de manera sistemática durante 15 años con el escaneo cerebral demuestra el cambio real en su cerebro: en la segunda foto pueden ver (indicada con las flechas en el centro) la asimetría del tálamo.

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(Hasta ahora no hemos tenido la oportunidad de hablar de esta área cerebral, pero lo merece con urgencia. El tálamo permite que nuestra percepción (del entorno, mediante órganos de los sentidos) se conecta con la conciencia y que nuestros pensamientos se completan con las emociones). d

En este individuo totalmente sano esta asimetría es bastante extraña y sorprendente. Es el efecto neurofisiológico  en la persona que se dedicó a la meditación centrada en la idea de dios, sin siquiera creer en dios, y finalmente luego de años de la práctica logró crear un lugarcito para esta idea, este εἶδος en su cerebro, exactamente como sugiere Platón :).  Waldman meditó concentrándose en la idea de dios generalizado, inspirado en diferentes divinidades con un enfoque positivo hacia esta idea sin concretar ninguna de las creencias en particular.

La imagen se tomó en el momento de la meditación, así que la mitadcita del tálamo de color rojo es el lugar en el cerebro de Mark donde èl siente a dios.  Muchos años èl, meditando, concentrándose en la idea de dios, la llenaba con las emociones y sentimientos, hasta que los procesos neurofisiológicos no se convirtieron para su conciencia en dios. En este momento el cerebro le hace percibir a dios como una realidad y sentir su presencia.

Aunque la palabra percibir en este contexto no tiene su connotación literal ya que no existe una realidad ambiental percibida con los cinco sentidos básicos. Más bien podríamos llamarlo la representación: el cerebro representa la idea de dios como la realidad.

Una de las funciones del tálamo es desplazar los límites de la realidad: precisamente gracias al tálamo podemos basarnos en nuestros pensamientos como hecho objetivos. Así que no hay nada que podría sorprendernos: así como podemos crear la realidad pseudo objetiva, podemos crear la meta objetiva.

Los estudios de Newberg lo llevan a la conclusión que las neurociencias no pueden decirnos si dios existe o no, pero si existiera, solo podriamos experimentarlo y comprenderlo a través de nuestro cerebro. Es decir, existe o no dios, no podemos saber, pero la realidad de nuestra fe es indiscutible. Por otro lado, como en caso de Waldman, el mismo cerebro alimentado por la imaginación, sueños, ideas y emociones, tarde o temprano construye la idea, εἶδος, de dios. Waldman explica que los lóbulos parietales forman la imagen de nosotros mismos , la cual, por cierto, puede no coincidir con la realidad. Por otro lado, las ideas y pensamientos nacen en la corteza frontal. Estas ideas pasan por el control del tálamo, lo llaman también el secretario de los hemisferios cerebrales, que decide el visto bueno para la información. Cuando tenemos alucinaciones, es la falla del tálamo. Si es realmente importante, la corteza occipital se encarga de la forma y colores, es decir, una visión de la idea y esta idea pasa finalmente a la corteza parietal donde se une armoniosamente con la imagen creada de nosotros mismos. Entonces, si nos concentramos en esta idea por unos 50 minutos, la actividad de la corteza parietal baja enormemente como ya hemos visto. Esto significa que nuestra sensación de sí mismo desaparece. Perdemos nuestro ego, y solo permanece esta idea. Entonces, si es la paz, la armonía, el éxtasis espiritual, es lo que sentiremos como si fuera la realidad. Si siguen haciéndolo sistemáticamente, su tálamo va a cambiar el modo de funcionamiento y su cerebro dejará de funcionar como antes y percibir la realidad como antes.

No es magia, no es nada sobrenatural. Es así como funciona el cerebro humano. Son derivaciones no programadas de nuestro desarrollo cerebral evolutivo. Nuestras formas de interpretación de la realidad tienden a tomar la forma de las estructuras estables. Más nos concentramos en la idea de dios, más real nos va a parecer.

primera vez publicado 27 de abril, al cumplir 4 meses en el WP. falta una semana para llegar al año 🙂 gracias por estar conmigo tanto tiempo 🙂


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22 comentarios

  1. Hola Alona, me ha gustado mucho tu razonamiento neutoteológico, pero esto no quita que el ser humano pueda ser capaz de conectar con el Ser Dios, como conecta con un amigo, con algo fuera de él mismo. ¿Hay pruebas de lo que ocurre en el cerebro cuando te relacionas en profundidad con otra persona? Pues para mí Dios es eso, Alguien con el que tengo una relación íntima, diga lo que diga mi cerebro cuando vivo en su presencia.

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    • por màs que quisieramos, no podemos afirmar de ninguna forma que dios o dioses porque a lo largo de la historia (e imagìnate de la pre-historia) hubo muchos dioses, no sea unicamente la creación de nuestra mente. y, como vez, el cerebro con gusto nos ayuda a tener un cuadro completo de una comunicación, mientras, en realidad, es la dualidad de nuestra razón ( puede dividirse màs si asumes que existe un tercero, el diabnlo, por ejemplo, u otros, como en caso de los panteones de politeìsmo) por lo tanto, lo que sientes tu es parte de tu pensamiento religioso, lo cual carezco yo, pero sì puedo entender a que te refieres cabalmente porque en mi pasado he sido una debota cristiana. un gran abrazo 🙂

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  2. Lo único malo que tiene creer en un dios, es cuando se reciben instrucciones precisas para destruir infieles, Algo que ha sucedido en múltiples ocasiones a lo largo de la historia.
    Bromas aparte, a veces una lectura o una película inducen emociones muy fuertes. Un abrazo.

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    • me gusta mucho el chiste, muy malo para los creentes sin sentido de humor: por què cuando uno habla con dios, lo llaman reso, y cuando el dios habla al uno, lo llaman esquisofrenia? si ahora tu decides a matar a tu hijo en el altar como cordero, te van a meter preso de por vida, pero en las èpocas de Abraham el mismo acto resultò en la fundación de una religión que hasta ahora reina en este mundo 🙂 todo es cuestion de contexto 🙂 garcias por leerme y tomarlo con humor 🙂 un abrazote!!

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      • No. Es erróneo lo que indica sobre el relato del sacrificio de Abraham. De hecho, el relato consta de varias partes y el significado de la que comenta es justamente lo contrario de lo que indica -y es lógico que chirríe si no se conoce la verdad y profundidad del texto-. Me centraré en tratar de explicar el aspecto que menciona -no las otras partes que lo componen-. En aquella época y región -como en otras áreas de la zona de influencia comercial de Fenicia-, se seguían haciendo sacrificios humanos -de niños, especialmente- a Baal para ‘aplacarlo’ y conseguir su benevolencia. Las comunidades judías se desenvolvían en ese contexto geográfico-histórico-cultural y, lógicamente, influidas continuamente por el contexto cultural dominante, por la hegemonía de la cultura dominante. Precisamente, el relato al que alude trata de mostrar que Dios es benevolente, que no desea sacrificios -de hecho, como sabe, en el relato no consiente, frena, el sacrificio-; y el escritor trata así de desbancar la idea de un Dios que precisa ‘sangre inocente’ para ser contentado, para ser seguido en su voluntad. Es decir, precisamente es un ‘aviso a navegantes’ de la época -y de las presentes-, para que no se confundan respecto a las características de Dios que sí puede conocer el hombre con la razón. Para interpretar las Escrituras -se sea creyente o no-, uno debe salirse de la literalidad de la palabra y realizarla a la luz de la Tradición teológica eclesial, comprendiendo el contexto originario, cada texto en el libro en que está inserto, la raíz de procedencia y otros datos que sería prolijo enumerar. Los textos bíblicos no son ‘dictados’, sino inspirados, y suponen la búsqueda de la profundización en el conocimiento de Dios, del Dios que se muestra al hombre en su Historia y que el hombre va tratando, siempre sujeto a sus condicionantes históricos -y, por tanto culturales- de conocer. Gracias por su atención. Saludos cordiales.

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  3. ¡Caramba! ¡Qué blog tan completo! ¡Cuántas disciplinas abarcas, Alona! Te felicito. Me parece ciertamente interesante y polivalente el contenido que ofreces; se nota que eres una de esas féminas de sobra cultivadas y doctas, heredad de esos linajes de territorios egregios de la extinta Unión Soviética, cuajaditos de mentes agudas y respetables…. -por lo que he venido comprobando a lo largo del tiempo-.

    Respecto al presente artículo, solo se me ocurriría añadir que, de hecho ni siquiera en la Torah hebrea de la tradición masorética… -tildada por los eruditos como la más ancestral- …aparece la palabra ‘dios’; sino ‘elohim’; que para más INRI, se trata de un término escrito en plural; más tarde, eso sí, aparecen las distintas referencias de cada uno de tales ‘elohim’, con su nombre y denominación personal y en singular (‘eloa’); y uno de ellos… -el más famoso- …era el «amable» YHWH; al menos eso es lo que promulgan los traductores expertos:

    Hasta no llegar a ser traducida la Torah al griego koiné y gestar la célebre ‘Septuaginta’… -en Alejandría- …no se cambió la acepción ‘elohim’ (en plural) por la divinidad monoteísta cristiana (‘dios’). -Curiosa exégesis-.

    La cuestión es que, al rehusar adoptar dicho nombre propio en concreto (‘YHWH’ / ‘Jehovah’) y preferir adueñarse del significante más genérico (‘dios’) la curia cristiana parece pretender reclamar la ‘patente de corso’ del concepto y aplicársela motu proprio en su aspecto más amplio; supongo que en aras a seducir o captar de ese modo la mayor cantidad de feligreses en sus… -de por sí ya- …extensísimao registros de ‘clientes’.

    Y en cuanto al aspecto más científico que abordas en tu escrito solo te invitaría a incluir otro día las severas conclusiones que en su día apostilló el doctor Dean Hamer (biólogo molecular), cuando, al abordar la materia desde un prisma más afín a la genética, terminó por acuñar la idea de la posible existencia de lo que llamó el ‘gen de dios’ (XD!); una noción que, parece tener bastante en común con lo que exponen los expertos que mencionas en tu tesis:

    Perdona el rollo, hermana. Te seguiré leyendo otro día… -una vez ya añadido tu blog a mi lista de ‘incunables’-.

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