Gone with the wing
Una de las típicas ilustraciones sobre la enfermedad de Alzheimer es la imagen de la persona cuyo cerebro se desvanece con el viento. No podría encontrar una mejor metáfora para ello, creo, porque es así como se desvanece la persona manteniendo su imagen corporal casi intacta – con la ayuda de medicina paliativa.

Se van los recuerdos – la base de nuestra personalidad, los aprendizajes, la racionalidad. Las emociones ya no se relacionan con la cognición, sino que nacen de los abismos que el inconsciente descubre y busca reaccionar. La persona deja de ser parte de su propio mundo que había creado a lo largo de su vida. Se queda en la soledad absoluta en que no tiene la mejor compañía que cada uno podría tener – a sí mismo.
Es un tema triste como cualquiera que se relaciona con nuestra finalidad en este mundo material. La enfermedad de Alzheimer es una de las increíbles pruebas de que nuestra personalidad, el alma como lo llaman algunos, puede desaparecer antes de que el cuerpo se vaya para el compost orgánico.
Nota aparte: Alois Alzheimer fue un psiquiatra alemán quien describió hace aproximadamente cien años, la enfermedad con base en un caso clínico y más que esto – el cerebro de la paciente había sido estudiado bajo el microscopio y se descubrió el elemento que caracteriza y determina la enfermedad : la amiloidosis cerebral, cuando en el espacio extracelular se acumulan proteínas – amiloides – insolubles y forman una especie de placa que altera el funcionamiento del cerebro.

Entonces, ¿Qué es?
En esencia, los síntomas se tornan alrededor de la pérdida de la memoria a corto plazo, posteriormente, de la memoria a largo plazo y la alteración del ritmo circadiano. Este último es una especie del reloj fisiológico que tienen a dura excepción todos los organismos en la tierra – el reloj programado para los cambios que suceden en el cuerpo dentro de cada 24 horas, en una hermosa coordinación con el mundo exterior. La alteración de éste trae consecuencias graves para el organismo – todo se desordena en un rompecabezas caído.
A nivel fisiológico, se observa la muerte progresiva e incesante de las neuronas a la cual precede la disminución y la desaparición de las sinapsis y vías neuronales gracias a la placa de los amiloides que en un cerebro sano, al menos mientras está joven, se expulsan y no se acumulan en los tejidos.
Así como en el proceso natural de envejecimiento, en los pacientes de Alzheimer, las neuronas dejan de producir suficiente energía para sostenerse y funcionar óptimamente – esta disminución de la energía neuronal se detecta incluso en los pacientes jóvenes de Alzheimer.

La placa de los amiloides se forma lentamente así que el efecto negativo no se nota por mucho tiempo. La producción y la acumulación de los amiloides desencadenan el estrés oxidativo, es decir, el surgimiento de los radicales libres que alteran las proteínas y membranas de la célula.
Por último, el golpe final a la neuronas dan las tau-proteínas que también afectan el funcionamiento normal de las neuronas.
Mueren neuronas, nuestra memoria, nuestras conexiones con el mundo de las personas y objetos externos, nuestras conexiones con nuestro propio ser. Muere el alma mientras el cuerpo sigue vagando en el mundo, perdido y desconectado.
Cronología de la desaparición definitiva
La enfermedad tiene un periodo de desarrollo largo, en las primeras etapas no es posible detectarla incluso en caso de los pacientes jóvenes – sí, hay un porcentaje muy pequeño de enfermos que desarrollan este mal antes de 50 años, y son siempre casos de mutación genética. Entonces, incluso en las personas jóvenes en las cuales los cambios se notarían más fácilmente por no ser típicos para esta edad, no se observa nada detectable. Cuando se manifiestan alteraciones cognitivas, por lo general, la enfermedad ya había avanzado ampliamente.
Al inicio cuando solo está afectada la memoria a corto plazo, el paciente puede llevar una vida relativamente normal, aunque sus capacidades cognitivas empeoran notoriamente. Pero la enfermedad avanza y, poco a poco, la persona ya no puede sostenerse por sí misma. La incapacidad de retener la memoria sobre los hechos recientes, impide al afectado desplazarse libremente en espacios exteriores y realizar las tareas cotidianas tan simples que ni les prestamos la atención, tales como comprar, ir de paseo, visitar amigos porque las decisiones tomadas no se quedan en la memoria y uno ya no puede planificar sus acciones o reaccionar adecuadamente a los cambios del entorno.
Mientras la enfermedad consume poco a poco nuestro ser, muchas cosas que alegran la vida se quedan fuera – uno pierde la capacidad de leer o ver películas o programas de entretenimiento, resolver crucigramas o sudoku, porque ya no puede retener los hechos observados recientemente para construir esta secuencia natural necesaria para el entendimiento de lo que lee, ve o hace.
Nace un círculo cerrado en el cual ya no se puede estimular el cerebro intelectualmente. Así uno empieza a depender de los demás y pierde su independencia para siempre. En las etapas finales, el paciente olvida quién es y quiénes son los que lo rodean aunque algunos elementos de la memoria a largo plazo se conservan, pero éstas ya no pueden juntar las piezas para restaurar la personalidad perdida. Durante los últimos 2-3 años, el paciente requiere un cuidado permanente.

De manera natural sin tratamiento la enfermedad dura aproximadamente 10 años y los pacientes en un gran porcentaje fallecen de la neumonía bacteriana ya que el proceso básico de supervivencia – la alimentación – ya no se realiza correctamente y la comida fácilmente entra a los pulmones causando la infección severa que, sumándose a la inmovilidad física, tiene un fin predeciblemente fatal.
En la segunda parte les contaré qué hace la comunidad científica para liberarnos de este mal.
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Gracias Alona, es más que una preocupación habitual, entre los que tenemos cierta edad, esta enfermedad causa un intenso miedo . Por ello este artículo nos parece muy interesante. Un abrazo.
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gracias, Carlos, verdad que es el tema es doloroso aunque en estos tiempos ya existen opciones de terapia que suavizan los síntomas, pero sigue siendo algo aterrador. un fuerte abrazo en la distancia
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Alona. Me engrandece recibir tus entradas de las neurociencias. Iré tras tu información con interés.
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muchas gracias, es un enorme placer para mi 🙂
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Amada Alona, querida amiga, lo has escrito con suma claridad, cosa que te felicito tu español se ha enriquecido. Me falta la segunda parte… Buen inicio de año tengas y que te atropelle la salud, que lo demás solo llega. Besos y rosas.
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querido Rubén!!! gracias por la visita, me alegra tanto tanto 🙂 recibir tu mensaje. gracias por tus palabras motivadoras!!! igual deseo un ben arranque para este 2022 y muchas salud. tienes razón que lo que necesitamos básicamente, es la salud, el resto se suma 🙂 te mando un súper abrazo limeño 🙂 de una rusa que te guarda mucho cariño 🙂
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Abrazo largo entre el vodka y el tekila… ufff para caer de un solo golpe. Besos y rosas.
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jajajaja
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