El tema del sueño siempre ha sido para el ser humano una fuente de infinitas especulaciones respecto nuestra vida espiritual, y una de las causas por la cual una criatura con autoconciencia y la capacidad de reflexión inventó la idea más viable de todas las ideas jamás nacidas en la mente humana: la idea de la vida fuera del cuerpo, la vida después de la muerte. Y cómo no, el sueño y la muerte tienen tantos rasgos similares que las conclusiones llegaron sin mucho pedir. 

En la primera mitad del siglo XX con la invención de la electroencefalograma (EEG) entramos en el mundo oscuro, todavía, pero fascinante, de la actividad bioeléctrica cerebral. La comunicación intracelular de las neuronas es de naturaleza eléctrica, así que puede ser registrada con este equipo para contarnos algunas cositas escondidas a simple vista. Básicamente, los estudios por la EEG permiten registrar las anomalías en el trabajo cerebral y dar paso a los estudios posteriores para diagnosticar con la precisión. 

Entendemos, que para reconocer las anomalías, primero se debe determinar la norma. Así que la actividad cerebral fue estudiada y descrita en términos de la bioelectricidad. Resultados fueron interesantes, ya que se pudo ver que el cerebro tiene diferentes estados de actividad que se reflejan en las ondas eléctricas emitidas. 

Lo primero que se vio fue que la EEG de la persona durmiendo se distinguía mucho de su EEG en el estado de vigília. El cerebro de una persona sana cuando ésta no está durmiendo emite las ondas con el ritmo beta – β (los detalles pueden ver en el cuadro). Cuando estamos despiertos y concentrados en una tarea que requiere esfuerzo intelectual, pueden aparecer las ondas gamma γ caracterizadas por la frecuencia muy alta.

Estas ondas se relacionan con la conciencia, pero aun despiertos (conscientes) si estamos relajados, con los ojos cerrados, se registra el cambio de la actividad que se representa con las ondas alfa. Es el estado de relajación y preparación para dormir, un estado entre la vigilia y sueño. En el límite de estos dos estados, el cerebro “late” al ritmo theta θ – el ritmo que está asociado con la actividad de las áreas cerebrales responsables por la memoria y las emociones y provienen del hipocampo. Lo curioso es (aunque todo el tema es sumamente curioso) estas ondas son muy propias de los cerebros pequeños — literalmente, aquellos que pertenecen a los niños de 2 – 8 años. Se registran(pero no predominan) en el estado de vigilia hasta la edad de 13 años mientras que los cerebros adultos ya lo tienen solo en el estado cercano al sueño. Saquen sus conclusiones. 

Luego nos sumergimos más y más al sueño profundo y el cerebro empieza a cantar las melodías al ritmo delta δ 🙂 — el ritmo del sueño real. El mismo ritmo caracteriza el sueño bajo el efecto de drogas, la coma, los estados cerebrales alterados por algún tumor y, sorpresivamente, es muy notorio en los estados de vigilia de los niños de 3 a 5 años.  

Lo que describí hasta ahora es muy chulo, como dice mi queridísima amiga gallega Lu 🙂 ¿y qué? Verdad, ¿y qué? Asì dijeron en 1953 Nathaniel Kleitman y Eugene Aserinsky y descubrieron una nueva fase del sueño sobre la cual hemos escuchado o leído todos, pero pocos sabemos de què se trata 🙂 REM 🙂