No fear – no honey: la felicidad no está en la playa

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Las personas que trabajamos duramente, bajo presión, saltando de un deadline al otro, soñamos con una siesta eterna, una playa con arena blanca, aguas turquesas para estar en un estado permanente de relax, paz y tranquilidad, la felicidad  no interrumpida por nada. Si no, ¿para qué vivimos todo el estrés? Muy conocido, no?

Lo extraño es que la realidad es muy diferente: conozco personas que soñaban irse de la ciudad, lejos del movimiento, de las multitudes, del tráfico, de la tensión laboral, a un lugar maravilloso donde la única decisión que tendrían que tomar era qué tipo de masaje recibir en la tarde: con piedras calientes o con palitos de bambú. Lo interesante que después de aproximadamente una semana de esta vida paradisíaca, en lugar de la sensación de felicidad, las invaden la angustia, apatía, aburrimiento, la sensación del vacío y la ansiedad. ¿Por qué sucede así? Veremos de cerca.

Nuestra supervivencia en el mundo tiene objetivos claros: no morir y seguir moviéndonos para poblar más y más territorios. Nada de relax, ni paz ni tranquilidad están en este programa. Por lo tanto, el responsable de esta angustia y la ansiedad, como siempre , es nuestro maravilloso cerebro.

Veremos cómo trabajan las endorfinas, las hormonas de felicidad como las llaman equivocadamente ( pueden ver toda la info detallada sobre las endorfinas aquí, también en este artículo, y, finalmente, en éste.) en todo lo que está relacionado con el dolor / miedo. Y , espero, vamos a aclarar por qué la vida sin miedos y problemas jamás nos hará felices.

El cerebro sigue el esquema formado hace miles de años: el miedo significa peligro, el peligro hace 100 mil años significó una amenaza de muerte, un ataque físico,  por lo tanto, la tarea del cerebro es movilizar todos los recursos para salvar la vida, del cuerpo y del mismísimo cerebro. Se activan centros de control del dolor / miedo y se producen la adrenalina y el cortisol para mejorar las reacciones e huir o, luchar o, atacar. Luego de resolver el asunto del peligro, recibimos una buena porción de endorfinas para superar el shock y el dolor y, de esta manera, sobrevivir.

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Más miedo experimentamos, más endorfinas recibimos. Aquí el dato para los amantes de las películas de terror: no es que buscan a asustarse, su organismo pide las endorfinas y es una de las formas de recibirlas sin hacer prácticamente nada. Lo mismo sucede con los llamados adictos a la adrenalina. Como ya pueden entender, la adrenalina no tiene mucho que ver, todos los locos extremales desarrollaron cierta dependencia de sus propias endorfinas, cuyo efecto, ya sabemos, es similar al efecto de la morfina o heroína. Así que no son adictos al estrés o el miedo, son adictos al placer causado por las endorfinas.

En nuestra vida normal, ya casi no tenemos los peligros que tuvieron nuestros parientes paleolíticos. Las porciones de endorfinas se achicaron: el jefe te miró mal, la esposa te chapó coqueteando con tu colega, pisaste mal el escalón, casi perdiste el tren. Son cosas mínimas, insignificantes. Algunos sin darse cuenta buscan recompensar la falta de las endorfinas realizando las actividades como el paracaidismo, el  bungee jumping, el motocross.

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Algunos disfrutan de vez en cuando una acalorada pelea con colegas o vecinos, otros se desquitan manejando. Hay personas que aceptan cualquier reto profesional y más estrés reciben, más felices se sienten. Recuerdo mis emociones luego de haber sustentado mi grado de magíster: fue como estar en el cielo, un alivio que bordeaba la éxtasis. Otros, generalmente hombres, juegan fútbol y regresan a la casa eufóricos y plenos.

Pero hay un gran grupo de personas que dejaron de sentir la emoción de la vida, les falta el placer que les regala el peligro, pero no encontraron el reemplazo artificial. Todo está bien, pero no hay felicidad. Si eres tu, piensa què lo que te da miedo, y hazlo. Quizá te dan miedo los trámites burocráticos y siempre contratas a los terceros que resuelvan tus asuntos. Intenta hacerlo tú mismo. Quizá te da miedo a tocar a un gato, hazlo, claro, no con uno de la calle, todavía, un gatito de la vecina, amistoso, pero que igual te da miedo, sería un punto perfecto.

Todo es individual. Si te da miedo responder a una malcriadez, o contradecir al jefe abusivo, o acercarte a esta chica que vive al lado y riega las flores de su jardín cada mañana — hazlo. La vida de los humanos siempre era un interminable reto, y si en tu vida ya no hay lugar a éstos, no te sentirás pleno y feliz. No te engañes: el paraíso no está en la playa bajo la sombrilla, está en la jungla, está dentro de un barquito que lucha con las olas.


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8 comentarios

  1. Totalmente de acuerdo. La actividad de relajación es necesaria, pero el estímulo a lo nuevo, a lo diferente, al reto, es lo que nos mueve. Desafiarnos cada día a nosotros mismos, y conseguir superar nuestros miedos y temores. Eso sí, con ciertos límites, el desafío nunca debe controlarnos, somos nosotros los que debemos controlar el desafío. Saludos.

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    • sí, la idea es mantener el balance y no salir a los extremos permitiendo que nuestras acciones se controlen por las adicciones endógenas o que perdamos la esencia de la vida: la búsqueda incesante de nuevos horizontes. que tenga un lindo día

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  2. Yo estoy en esa vorágine de trabajo y estrés pero lo soluciono con mis hobbies, aunque este a tope desconecto con las cosas que me gustan y me proporcionan la misma evasión que irme a un lugar exótico, las vacaciones están genial pero es algo temporal, así q hay que buscar sustitutivos para el día a día y más si tienes un trabajo exigente. Feliz semana 😊

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  3. Interesante. Yo en mis ratos de ocio busco la manera de estresarme gratuitamente. Ya sea con la música, el deporte la fotografía ya que en tus aficiones cada vez me pido más. Y eso estresa. No hace falta tener un jefe o un trabajo machacante. Nos marchamos solitos.

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