Cómo el cerebro nos engorda y qué hacer con esto

Todo en nuestro cuerpo se regula por el cerebro. Yo, cuando todavía no sabía mucho de la fisiología,  solía pensar que como el cerebro era tan complejo, la función del cuerpo fue servir al cerebro siendo una especie de portador orgánico. En serio, para mi ha sido una gran sorpresa entender que el cerebro se desarrolló hasta el nivel actual de complejidad persiguiendo la misma tarea que todos los seres vivos en la Tierra: la supervivencia del organismo, es decir, del cuerpo.

El cerebro tiene ciertas funciones que se desarrollan con la participación, casi siempre parcial, de la conciencia y la razón, y otras, donde la conciencia siendo una chica inestable e impredecible, no tiene y no tendrá el acceso jamás: por ejemplo, la regularización de los procesos fisiológicos. Pero para cumplir con estos procesos, el organismo tiene que realizar ciertas acciones las cuales para la conciencia y la razón pueden parecer desagradables, raras, repugnantes… es decir, bajo ninguna condición en nuestro sano juicio desearíamos a realizarlas. Por ejemplo, desplazarnos de un lugar a otro, meter cosas en la boca para masticar y tragarlas. O querer que otra persona meta sus partes delicadas en nuestras partes delicadas. O permitir que una pequeña persona nos agarre el pecho y exprima leche de nuestro cuerpo. Se puede seguir hasta no terminar nunca. Nuestra fisiología no es muy romántica si la analizamos desde el punto de vista racional. Sin embargo, son acciones que tenemos que tomar para existir.

El cerebro nos manipula para que hagamos estas cosas repugnantes, pero muy necesarias y sigamos poblando el planeta. Cómo lo hace? Premiando por las acciones correctas con las emociones positivas, la sensación de placer y bienestar. En ausencia de esta motivación química, el cuerpo humano en general y junto con él, toda la especie de Homo sapiens desaparecería o, para ser exactos, no surgiría jamás, así como un sinfín de otros organismos.

La alimentación es la necesidad biológica básica. Su importancia yace en el hecho que si no la satisfacemos, vamos a morir. Así son todas las necesidades biológicas vitales, o básicas. La alimentación es la fuente de la energía y del material para construir nuestro cuerpo. Por lo tanto, los centros de hambre y de saciedad son muy potentes, y muy antiguos, también. Estos dos centros se encuentran en la constante competencia reaccionando cada uno de su manera al nivel de glucosa en la sangre, al grado del estiramiento de los tejidos estomacales, y tambièn a una serie de las señales hormonales. Actualmente se conoce casi una decena de diferentes hormonas que participan en los procesos de activación y la inhibición del hambre.

Uno de éstos es la leptina que se produce por el tejido adiposo — nuestra grasa corporal. Esta hormona es parte del sistema que regula el apetito y el régimen de alimentación en general que en su esencia refleja la necesidad de controlar el peso corporal. Existen organismos que no necesitan este control por el estilo de vida o alimentación que tienen. Pero nuestros antepasados,  antes de pararse en dos piernas, decenas de millones de años vivían entre las ramas de árboles y se desplazaban básicamente saltando de un árbol a otro. Ser un mono gordo es bastante arriesgado. Así que el sistema de control de los centros de hambre y la saciedad está orientado al peso: cuando lo subimos demasiado, se produce más leptina, el apetito se frena y el consumo calorífico disminuye.

En norma, en la mayoría de las personas, este sistema trabaja bien hasta 40-50  años, pero luego, se inicia el proceso de envejecimiento y la leptina ya no llega tan fácilmente al cerebro, y empezamos a comer más. Por su puesto hay otros factores, también hormonales. Por ejemplo, la glándula tiroides produce la tiroxina que obliga a las células quemar la glucosa y recibir más energía posible.  Si la tiroides funciona mal, la persona se engorda. Pero aun así, la leptina es la responsable N1. Cuando una persona desde la temprana infancia tiene síntomas de sobrepeso, por general esto tiene dos motivos: o la leptina no se produce por el cuerpo, o el centro cerebral de control de hambre no es sensible a la leptina – no reconoce sus señales.

Las personas que sueñan con bajar de peso, preguntan si se puede engañar el centro de control de hambre. En realidad, sí es posible. En nuestro cerebro, como ya había mencionado, los centros de diferentes necesidades biológicas compiten entre sí constantemente. Si activar uno de estos centros, otros se oprimen. Lo más importante es escoger una motivación que realmente convence al cerebro sobre el valor de su objetivo.

Las recomendaciones para los que desean bajar de peso son bastante simples: ante todo, chequear su perfil hormonal. Comer con frecuencia y con porciones pequeñas, para que el estómago se achique. Asegurarse que el nivel de glucosa en la sangre no baje, para ello procurar de no quedarse sin comer por periodos prolongados. Masticar bien porque las señales al cerebro sobre la masticación tambièn bajan el nivel de hambre. Comer lentamente ya que, como todos sabemos, las señales de saturación demoran en llegar al cerebro. Tambièn se recomienda considerar el ritmo hormonal, por ejemplo, tenemos más tiroxina en sangre en la mañana, que en la noche, por eso existe una probabilidad mayor que lo consumido en la mañana se convertirá en la energía y no en la grasa que lo consumido en la noche, pero es tambièn individual: la idea es gastar esa energía que recibimos con la comida. En sí, hay que ser muy atentos a todo lo que comemos, porque la comida ahora es accesible en cualquier cantidad y en cualquier momento. Pero el organismo no sabe que las circunstancias se han cambiado, los programas para la alimentación son unos de los más antiguos en nuestro cerebro, por lo tanto, las tareas de supervivencia siguen vigentes y, si hay la oportunidad de agarrar una caloría más, el cerebro siempre aprovecha. Así que con la abundancia de la comida, necesitamos nuestra una orden mágica: STOP, pare. Si mientras comes, estás viendo una telenovela, o un juego de futbol, el cerebro no recibirá esta orden. La conciencia tiene que participar en el proceso aunque más le gusta vagar por los universos informativos.


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11 comentarios

  1. Dicen los que saben que cuando se le da al cuerpo menos cantidad de calorías ( ponerse a dieta) el cerebro interpreta que estamos en una emrgencia -hambruna- y persigue tenazmente cualquier caloría para incorporarla.
    De tu texto se puede conluir en una serie de consejos de utilidad para uno de los grandes problemas de salud pública que es la obesidad. Variable que sostiene a las prinicipales causas de muerte e incapacidad. Abrazo y rosas y excelente. Bello día Alona.

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    • gracias, Rubèn, un día hermoso para usted también. el tema es muy interesante y complicado, porque hay muchas contradicciones, pero hasta ahora sabemos que el sobrepeso siempre es dañino para la salud… excepto la osteoporosis: las gorditas pasando a la maduritud, tienen menos riesgo de perder la masa osea basicamente porque el propio peso hace los huesos más densos, es uno especia de ejercicio con pesas endógeno. pero, creo, ir al gimnasio es mejor

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